Intervención de Eusebio Leal Spengler, Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el acto por el aniversario 120 del reinicio de la Guerra de Independencia y de condecoración a los Cinco Héroes, en el Palacio de Convenciones, el 24 de febrero del 2015, “Año 57 de la Revolución”
(Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)
Querido General Presidente Raúl Castro Ruz;
Queridos compañeros Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando y René;
Queridos compañeras y compañeros;
Cubanas y cubanos:
Un día como hoy, como se ha dicho, hace 120 años comenzó el levantamiento del pueblo cubano para alcanzar su definitiva y total independencia. El amor a esa libertad, a esa soberanía, a esa esperanza, se inició mucho tiempo atrás, quizás desde el instante mismo en que empezó a formarse lo que llamamos comúnmente la identidad. Los que llegaron de distintas latitudes de Europa, ya de la España conquistadora o del África, o los vestigios de las comunidades indígenas, en trance de extinción pero sobrevivientes, unieron sus sangres para formar algo que José Martí llamaría en palabras emotivas “dulcísimo misterio”.
El concepto de cubano viene del nombre de nuestra isla, Cuba. Nunca pudo ser cambiado, prevaleció por sobre el intento de darle otros nombres, otras atribuciones. El nombre, sonoro y breve, quedó prendido en el corazón de los que lo escucharon por vez primera. Más allá del mar azul del Caribe, que se descubre desde la orilla de nuestras playas o desde el aire, Cuba aparece con la forma tan hermosa con que a las puertas del golfo de México establece la isla su presencia y su naturaleza.
En realidad nunca nos llamamos isleños, a pesar de que no es una, sino muchas islas las que conforman nuestra realidad. En el seno de ellas fueron surgiendo, a lo largo de los años, percepciones donde todo lo anterior que traía el conquistador o el conquistado como memoria fue cediendo lugar a algo diferente, que surgió en la manera de construir, que siendo igual o pareciéndolo era distinta. Surgió en el horizonte de la poesía, del canto campesino, de la voz de los poetas de más vuelo. Surgió también, tempranamente, en el pensamiento de los más inquietos, entre los que comenzaron a llamarse criollos.
Entonces éramos solamente un país. El país es un espacio. La patria comenzó a ser un sueño, una aspiración, y la nación, un derecho por el que había que luchar, una nación con leyes, una nación que sería depositaria y respetuosa de su propia cultura, una nación que sabría ir al futuro desde el pasado. Lee el resto de esta entrada →